En el mundo empresarial, hay dos fuerzas que superan cualquier coeficiente intelectual o índice de inteligencia emocional: la consistencia y la perseverancia . No basta con tener buen entendimiento o sentir empatía, lo que realmente marca la diferencia es levantarse una y otra vez, día tras día, ante los retos. Estas habilidades son las que mantienen a los altos ejecutivos y emprendedores en la carrera cuando otros ya se han rendido. Cuando miramos la trayectoria de grandes proyectos o empresas, descubrimos que no sólo importa la brillantez inicial, sino la capacidad de avanzar con paso firme aun cuando el entusiasmo decae. En ese sentido, la consistencia —hacer lo que se debe, aunque no apetezca— y la perseverancia —seguir adelante aunque tropieces— se convierten en piedras angulares del éxito. Ningún gran logro fue alcanzado sólo con talento o buen juicio; fue la repetición, la rutina bien ejecutada, el hábito lo que separó a los ganadores. Y es cierto: a veces nos caemos. ...
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